En el contexto actual de la medicina estética, el objetivo primordial del Plasma Rico en Plaquetas no solo es la mejora estética
Sino también la optimización de la calidad de vida de los pacientes. Para ello, se han desarrollado diversas soluciones mínimamente invasivas que impactan en el proceso de envejecimiento, fomentan la regeneración y transforman estilos de vida.
Uno de los procedimientos que ha cobrado relevancia es el uso de plasma rico en plaquetas (PRP), ampliamente aplicado en especialidades quirúrgicas para favorecer la cicatrización y en áreas no quirúrgicas por su potencial bioregenerador.
El PRP se ha validado en múltiples estudios clínicos
Desde su introducción en la medicina regenerativa en el siglo pasado, donde se identificaron sus propiedades curativas en heridas y úlceras de difícil manejo.
Se ha establecido que el PRP contiene una variedad de factores de crecimiento, incluyendo el factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF), el factor de crecimiento transformante (TGF), el factor plaquetario 4 (PF4), interleuquina (IL)-1, el factor angiogénico derivado de plaquetas (PDAF), el factor de crecimiento endotelial (VEGF), el factor de crecimiento epidérmico (EGF), entre otros. Los cuales, actúan sinérgicamente para promover la regeneración tisular, estimular la producción de colágeno y mejorar la adhesión celular, proporcionando soporte estructural a la matriz extracelular.
El proceso de obtención del Plasma Rico en Plaquetas (PRP) implica la extracción de sangre del paciente, seguida de la separación de sus componentes mediante centrifugación.
Este procedimiento permite que el sobrenadante rico en plaquetas se concentre en la parte superior del tubo, mientras que los leucocitos y glóbulos rojos se sedimentan en la parte inferior debido a su mayor tamaño.
Se considera que un plasma es «rico en plaquetas» cuando presenta una concentración de plaquetas de 300 a 700 veces mayor que la de la sangre periférica por eso y dependiendo de la técnica de separación es que hablamos de que existen diferentes tipos de PRP, incluyendo el plasma puro (sin leucocitos), que es el más utilizado en medicina antienvejecimiento debido a su riqueza en factores de crecimiento.
Para su aplicación, se requiere la activación del Plasma Rico en Plaquetas (PRP)
Mediante cloruro de calcio, el cual actúa sobre los gránulos alfa de las plaquetas, liberando los factores de crecimiento que estimulan las células nativas responsables de la producción de colágeno y elastina.
Las técnicas de inyección varían según los beneficios esperados; en el cuero cabelludo, se ha demostrado que mejora la densidad folicular y promueve la migración y proliferación de células que fortalecen el tallo piloso. En la piel, el PRP mejora los procesos de cicatrización y la remodelación dérmica, siendo eficaz en el tratamiento de cicatrices de acné, estrías y otros.
Dado que el PRP se extrae de la sangre del propio paciente, los eventos adversos son mínimos
Siendo los más comunes los relacionados con la técnica de aplicación, como dolor, enrojecimiento y equimosis en el sitio de inyección, así como un riesgo ocasional de infección local.
Es fundamental evitar la mezcla del PRP con otros productos que puedan inactivar las plaquetas o interferir con su activación; si se administran otros fármacos durante la misma sesión, deben hacerse con equipos distintos y en punciones separadas.
La técnica de extracción, obtención y preparación del PRP es crucial para asegurar su pureza y calidad.
Además, los tratamientos deben ser individualizados, adaptando los protocolos con PRP a las condiciones clínicas específicas a tratar. Por lo tanto, se recomienda siempre acudir a profesionales capacitados que puedan garantizar un manejo responsable del proceso.